Es muy fácil prometer cosas, es muy fácil hacerle creer a la otra persona que tus intenciones son buenas. Es fácil mentir, disimular las cosas. Es fácil saber toda la verdad, y aún así actuar como si nada. Es fácil guardarse las cosas. Es fácil hablar mucho, ¿no? Pero, ¿Los actos para cuando?
Después de todo lo que pasó lo único que puedo llegar a pensar es que lo que hiciste fue usarme. Tomaste toda mi confianza, y terminaste siendo la peor.
Lo peor de todo es que no me dijiste nada, después de tus promesas, me hiciste creer que tus intenciones eran buenas, que eras buena persona. Ninguna de esas promesas están cumplidas, lo mínimo que podrías hacer es decirme las cosas, pero se ve que ni siquiera para eso te da la cabeza. Es increíble todo esto, llegué a pensar que eras buena persona, se ve que para conocer bien a las personas hay que llegar a estos extremos.
Hoy en día no se puede confiar en nadie.
Ya no sabes quienes son tus amigos y quienes no.
Juro que no me entra en la cabeza lo que haces, no entiendo lo que hiciste, no entiendo porque, no entiendo porque me mentís, porque no me decís las cosas, no entiendo nada.
Llegué al punto extremo de llorar por este asunto, es más, en este momento que estoy escribiendo esto mis ojos están repletos de lágrimas. Parece que te gusta hacerle daño a las personas. ¿En qué cabeza entra todo eso, no?
Me hablas al Facebook preguntándome si me pasa algo, y vos tenes más que en claro lo que me pasa. Y creo que también sabes que yo ya sé todo. Me venís a saludar solo para quedar bien supongo, porque con la vergüenza que me saludas es casi gracioso lo que haces.
El dolor que me causó, que me causaste y que me estás causando en este momento es increíble. Me equivoqué con vos.
Sobran las palabras, ¿los códigos dónde los dejaste?
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